Si ayer era Montoro el que no tenía nada que ver con San Veremundo, espero que a partir de la etapa de hoy, el ministro José Manuel Soria, ese que quieren tanto los mineros y, especialmente sus mujeres, no aprenda del ritmo que los coreanos están imponiendo en el Camino de Santiago. Hace ya casi treinta años que los tigres asiáticos, los países emergentes del sudeste de ese continente, asustaron al resto de economías capitalistas por su potencial en la industria y en el comercio. Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur y Singapur eran el referente obligado y, para muchos defensores del capitalismo en Occidente, el espejo en el que mirarse para que los obreros industriales de Europa y América del Norte renunciaran a sus conquistas sociales en favor del aumento de la productividad. Productividad que no es otra cosa que producir mucho, bueno, bonito y barato para el capitalista.

Pues bien. Espero que nuestro canario de pro en el gobierno de Rajoy, que parece el hermano mayor de José María Aznar, pero en alto, no quiera aprender de los hábitos que los coreanos están imponiendo en el Camino de Santiago. Hoy,m sin ir más lejos, los peregrinos alojados en el Albergue Municipal de Estella se han puesto en ruta a las 4:30 de la mañana. No había amanecido en la cuna del carlismo cuando parece que tocaban a rebato en el albergue. Según me contaba un peregrino ciclista antes de llegar a Los Arcos, han armado tal revuelo que todo el mundo se ha puesto en pie con idea de que nadie se quedara sin alojamiento en Torres del Río, final de la etapa antes de llegar a Logroño.

Pero es que una amiga que acaba de regresar a Murcia tras unos días de accidentado camino ya me advirtió de que tuviera cuidado con los coreanos, que madrugaban mucho y salían flechados hacia la ruta jacobea como si les fuera la vida en ello. Y el problema no son ellos ni ellas, que las hay a montones. El problema es la reacción que provocan entre el resto  de peregrinos. Es uno de los ‘malos rollos’ de la peregrinación: que para mucha gente cada etapa se convierte en una carrera contra reloj para llegar al final del trayecto del día y encontrar cama y descanso… al precio que sea. Cuando el camino es otra cosa. Es un recorrido en el que cada persona debe marcar su ritmo, especialmente cuando se deja llevar por lo que encuentra y descubre a su paso.

Para nosotros hoy ha sido una etapa dura. Veintinueve kilómetros separan Estella de Torres del Río, con la opción de recorrer las laderas de Montejurra, el monte en el que desde mediados del siglo XX es el lugar de celebración de las romerías anuales del Partido Carlista, debido a que este lugar fue escenario, en 1873, de una importante batalla durante la Tercera Guerra Carlista. En la romería celebrada el 9 de mayo de 1976 se produjeron los llamados sucesos de Montejurra, tal y como recuerda Wikipedia, en el transcurso de la romería, el denominado búnker franquista, que aún controlaba los resortes del Estado y los sectores ultraderechistas del carlismo, agrupados en torno a Sixto de Borbón-Parma, hermano del pretendiente carlista Carlos Hugo y enfrentado a él, preparó una operación violenta contra el Partido Carlista y los seguidores de Carlos Hugo para promover la «entronización» de Sixto como líder del carlismo. En dicha operación, en la que tomaron parte también mercenarios neofascistas italianos y argentinos, grupos armados de partidarios de Sixto de Borbón abrieron fuego de forma premeditada, sin que mediara provocación, contra los participantes en la romería. Resultaron muertas dos personas (Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos), y hubo varios heridos.

De estos sucesos tuve la oportunidad de comentar con el hospitalario de Ayegui, en la puerta del albergue de peregrinos en el que pasamos la noche, bajo la atenta mirada de este monte. Recuerdo la imagen del ultraderechista ataviado con una gabardina que fue uno de los autores de los disparos en las revistas de la época que entraban en casa, Posible y Cambio 16. Es una de las escenas más nítidas que recuerdo de la transición política, y nunca he sabido exactamente por qué.

a los pies de Montejurra se encuentra el Monasterio de Irache y la comercial Fuente del Vino, a las puertas de las bodegas Irache. Tras el recorrido por las faldas de Montejurra, hemos avanzado por caminos salteados de viñedos y campos de cereales ya cortados hasta llegar a Los Arcos, ciudad que se prepara este fin de semana para un encuentro de Auroros de toda Navarra.

Una etapa que hemos culminado en Torres del Río, un pequeño pueblo de algo más de 140 habitantes que guarda una de las joyas arquitectónicas del Camino de Santiago: la Iglesia del Santo Sepulcro. Construida a finales del siglo XII, de planta octogonal, como la ermita de Eunate que dejamos atrás antes de llegar a Puente la Reina, y que conserva en su interior un Cristo tallado de madera que invita al recogimiento como sólo lo puede hacer el románico. Gran final para la etapa más suave que esperamos vivir mañana para alcanzar Logroño.